martes, 19 de enero de 2010

REFLEXIÓN II: La Muerte y su trabajo

Imagino a la muerte como una buena mujer, sin maldad. Con la ropa recien lavada y perfumada a lavanda. Ese cuadro de ella vestida de negro y en forma de calavera me parece que esta fuera de órbita, ¿Por qué imaginarla tan fea y desgarbada? Si la vida es bella y llena del sol ¿Por qué ella tiene que ser lo contrario? Su trabajo es mal visto, pero sin esa labor el equilibrio en la tierra no tendría lugar. Considero que son hermanas gemelas, pero con trabajos diferentes: la llegada de una vida se celebra con alegría y en ocasiones con lágrimas, y cuando la hermana Muerte viene también se celebra, con tristeza y una vez más con lágrimas. Dos maneras, un hecho: el cambio de estado de un alma. Antes de nacer estaba en algún lugar, vino, creció, evolucionó y se fue para terminar su ciclo de vida. Si, la Muerte ha sido mal vendida. Es la única certeza que tenemos y duramos la vida preparándonos para sobrevivir y pocas veces para saber morir.

Nadie sabe con certeza cuándo va a morir, ni siquiera los enfermos terminales. Alguien puede decidir suicidarse, pero tal vez en esa lucha que se da entre La Vida y La Muerte, antes de cruzar el umbral es posible que la primera salga vencedora, pero la batalla ganada es un “por ahora” esa es la razón por la que nadie, ni siquiera el suicida, tiene certidumbre de cuándo será el fin.

Conocí a un hombre que me enseñó que no hay limitaciones, no tenia visión en un ojo, era de alguna manera un niño especial y tanto lo fue que, con ayuda de su madre, logró graduarse de la Universidad. El así como llego y así se fue, sin hacer bulla. Abraham era su nombre y pude ser su amigo, a la edad de 23 años se fue con una vida espiritual fuerte y rebosante. Estaremos en el Mar de Cristal y sin duda cantará “Santo, Santo es el Señor” Dios es misericordioso.

Por otra parte falleció el viejo Francisco, ya cansado de haber sido arrancado dos veces de los brazos cálidos de la Muerte “a la tercera se dio la vencida” y finalmente “La Sombra” venció y con ella se fue, se que le dio tiempo para darse cuenta de sus errores y por eso Dios lo dejo irse en paz, con la despedida de la gente que de verdad lo amo y otros que no tanto, pero que él sí quiso. Así es el amor de traicionero, unos aman sin ser amados.

De oídas conocí a Adolfo, un león, un sol, un Rey. El norte de un hogar en donde vive la familia más linda que he conocido. Esa casa, es La Casa, parece una madriguera, cálida, verde, acogedora. Si, es una belleza. Ese hogar se quedo sin el norte. Adolfo fue un Guerrero que luchó con todo para sobrevivir, venció en varias batallas, pero La Muerte se le asomó por un costado y traviesa cómo es, lo arrancó de los brazos de La Vida.

En este ejercicio de memoria, cuya razón es honrar a quienes quedan vivos pues el muerto está descansando ya por ellos nada se puede hacer, llega a mi pensamiento el recuerdo de mí segunda infancia cuando me acercaba peligrosamente a la adolescencia. Luisa, la madre de Maritza, mi amiga y madrina, también se fue. Era una mujer genial, con sus defectos, pero cuando estuve con ella cerca bastante que reí. Los momentos que compartimos fueron de mucha diversión. Y de la sana.
Luego me entere de que la ceiba de un hogar, frondosa y fuerte, fue derribada. Yolanda es su nombre, es decir fue. Desde lejos tuve la suerte de saber qué tipo persona era y por ende la importancia que tenía en ese hogar del que fue La Fundadora.

La Muerte no hace nada malvado, es su trabajo. Ella es bondadosa y cálida abraza a quien tiene que devolverse al Seno Eterno. Aquel que por ella es abrazado cae en un descanso que es lo más parecido al sueño ¿Cómo lo sé? Porque tengo fe y creo que ella lo que hace es simplemente amar a su manera, pero la mente humana no se acostumbra a que la costumbre es lo que causa el dolor que produce la certeza de que hay un eterno adiós. El saber que las rutinas ya no serán más, es el zarpazo al corazón, lo que hiere sin medida.

Si, el 2009 se llevó a muchos afectos. Gente que se fue a preparar el camino para todos aquellos que nos quedamos en este valle de lágrimas “por ahora”