jueves, 8 de abril de 2010

REFLEXIÓN III

El ser humano siempre es de naturaleza baja.
No hay momento propicio para ser malo, en nuestro corazón está la intención. En ocasiones somos buenos por amistad, en otras por amor o lealtad, algunas porque tememos a Dios, en otras para sentirnos más que el otro al que consideramos inferior y cuando le tendemos la mano inconscientemente nos sentimos como Jesús, cuando se le apareció a Tomás; el apóstol postrado ante su Dios, pero en nuestro caso es: TU PEQUEÑO, YO GRANDE. TU DEBIL, YO FUERTE. TU INFERIOR, YO SUPERIOR. La intención es ser superior al otro que por naturaleza nos es igual. El cliché dice: TODOS SOMOS IGUALES, pero eso es solo eso: UN ESQUEMA QUE ALGUIEN IMPUSO, LA IGUALDAD ES UN SUEÑO. En algún momento nos creemos superiores y desde nuestro “trono” miramos al otro porque es inferior.
El trono es nuestras capacidades, nuestras propiedades, nuestros títulos universitarios, nuestras compañeras y compañeros de vida, pero todo es banalidad. Lo que hoy tenemos, mañana puede no estar. Y el que no tiene mañana le puede sobrar y entonces será éste quien nos mire desde arriba. La vida es frágil, y nuestro estatus también.

¿Pero qué ser humano es inferior?

La inferioridad del otro es una condición mental: “Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza” y con esa creación nos dio su dignidad. La dignidad de Dios no puede ser ultrajada, mi dignidad, tú dignidad, la de todos; debe ser respetada. Aquello que rompe nuestros esquemas, lo que pensamos que es el deber ser: la ropa, las costumbres, los vicios, el aspecto físico nuestra manera injusta de juzgar al otro, son los criterios para evaluar al ser humano. No tomamos en cuenta que cuando violamos la dignidad del otro, ultrajamos la nuestra y también la de Dios.

Nadie me engaña, también soy humano, me conozco bien por eso se como actuamos.

Gracias a Dios nadie me engaña, todo el mundo tiene costura, no todos la muestran; pero yo las veo. Algunas muy bien hechas, otras con remates excelentes y otras con remiendos muy evidentes: pero costura es costura y nada evita que me caiga la locha.

Las sonrisas, los besos, los saludos afables, el abrazo cálido, la intención de hacerme sentir bien, aceptado y respetado: todo es hipocresía. Esa Malinche bien me la conozco. El amigo de verdad no exhibe sus bondades, no intenta ayudar por esperar a cambio. Aquel que es humilde en el dar, lo es porque sabe que la mano que todo lo hizo se encargara de retribuirle su acción. Hay personas que en su vida hicieron hecho carne la bondad, la sudaron, la lloraron, la parieron, la amaron y entendieron que ayudar si mirar a quien, fue una acción que al final del camino le será retribuida, pero no por el ser humano, sino por Dios o la vida, según sea su creencia, lo cierto es que el amor es la fuerza que mueve a la vida y la vida es VIDA y merece respeto a la dignidad que por derecho le corresponde.

Creo en Dios.
Creo en la vida.
Creo en la Muerte.
Y creo en la Traición.

Hoy estas bien, mañana no se sabe, para perder hay que tener, te lo digo yo que ya no tengo sino la vida para perder, y ya eso es ganancia por excelencia.